Por Irma Ruiz

 

Se cumplen treinta años de la Primera Conferencia Anual de la AAM que tuvo lugar del 5 al 7 de noviembre de 1987, en la Sala Juan Bautista Alberdi del Centro Cultural San Martín de Buenos Aires. Enfatizo el adjetivo porque tiene mucho que ver con la historia a exhumar. No obstante, cabe aclarar que al concluir el siglo XX, después de quince Conferencias consecutivas, las siguientes pasaron a ser bianuales.

En 1987, año de la Primera Conferencia, la Comisión Directiva de la AAM no tenía intenciones de crear su propia reunión científica, debido a la exigüidad de la “comunidad” musicológica del país —si es que así se puede denominar a un conjunto de investigadores e investigadoras, pocos de ellos institucionalizados y otros dispersos. Su nacimiento, concretamente, estuvo ligado a la injustificada y riesgosa suspensión de las Cuartas Jornadas Argentinas de Musicología del Instituto Nacional de Musicología “Carlos Vega” (INM). Estas, desde 1984, constituían los únicos congresos en la materia, a los que, en el momento de su creación, llamé sobriamente “Jornadas”, entre otras razones, porque al no existir antecedentes en Argentina su prosecución era una incógnita. El hecho es que, si bien no lo explicitaba su denominación, era imprescindible su anualidad, pues apenas se habían realizado en tres años seguidos y su abandono se convertía en un nuevo ejemplo de inconstancia y falta de perseverancia que, mal que nos pese, ha caracterizado a muchos emprendimientos latinoamericanos. De allí que propuse agregar “anual” a las Conferencias de la AAM, a fin de forzar esa continuidad que se había roto en las Jornadas del INM.

Para ofrecer una idea de la situación que nos llevó a organizar la Primera Conferencia Anual y respecto de la actitud de la CD, copio a continuación el primer párrafo del mensaje que insertamos al cierre del Boletín AAM, Año 2, Nº 4, abril, 1987, p. 7.

ULTIMO MOMENTO

Ante la decisión de la dirección del Instituto Nacional de Musicología «Carlos Vega», de fecha 15 de abril, de no llevar a cabo las Cuartas Jornadas Argentinas de Musicología durante el año en curso, la Comisión Directiva de la Asociación Argentina de Musicología considera un deber tomar a su cargo la realización de ese evento, tan caro a la comunidad musicológica.”

No podíamos realizar las Cuartas Jornadas, obviamente, pero sí sustituirlas. De allí que en el editorial del número siguiente se lee: “La importancia de no cortar el ritmo de reuniones periódicas llevó a la AAM a cubrir el vacío dejado por el INM, organizando su Primera Conferencia Anual. (Boletín AAM, Nº 5, agosto, 1987, p. 2)

 

Para contextualizar lo ocurrido entonces, ante la invitación recibida de la Comisión Directiva actual a abrir el baúl de los recuerdos, y debido al nexo entre las Conferencias de la AAM y las Jornadas del INM, considero útil dar cuenta de los dos objetivos principales que me llevaron a organizar las Primeras Jornadas durante mi gestión como Directora del INM, a fin de que se comprenda mejor el porqué del empeño puesto en no dejar un año sin congreso hasta tanto se consolidara y no hubiese riesgo de su desaparición. El primer objetivo era colocar a la musicología en el lugar que corresponde a una disciplina científica, concretando el congreso que propuse, sin éxito y durante varios años, a las autoridades previas (Bruno Jacovella y Ercilia Moreno Cha). El segundo, alentar las investigaciones enviando un claro mensaje a los colegas argentinos y latinoamericanos en general, de que cada año tendrían la oportunidad de hacer escuchar sus voces y discutir sus trabajos, proveyendo a la vez una idea de continuidad que permitía organizarse. No olvidemos que eran tiempos previos al desarrollo de internet en el área y la difusión de artículos, así como el acceso a bibliografía actualizada eran dificultosos.

Para entonces, la AAM llevaba apenas seis meses de su creación, ocurrida el 05/10/1985. La Comisión Directiva, consciente de la inconveniencia de duplicar el evento científico por las razones antes expresadas, pero atendiendo a que la AAM surgió de una necesidad de colegiarse nacida en las Primeras Jornadas del INM y que teníamos el convencimiento de que sería enriquecedora una organización conjunta, la CD propuso a Moreno Cha coorganizar las Terceras Jornadas en 1986 y las Cuartas en 1987, luego suspendidas. Lamentablemente, la negativa de la Directora fue doble, argumentando que una institución estatal no podía compartir la organización con una entidad privada —falacia más adelante comprobada ante una consulta expresa que hizo la AAM a la Secretaría de Cultura de la Nación, a la que pertenecía el INM—, y tratando de desconocer los múltiples antecedentes al respecto. Su destitución, en 1990, abrió paso a la coorganización propuesta. Para no abundar, ya que hubo otra suspensión en 1997 y varias negativas de coorganización por parte de Waldemar A. Roldán, vale consignar que las Conferencias Anuales de la AAM llegaron a XXII en 2016 y las Jornadas del INM a XVIII, a pesar de que estas comenzaron tres años antes. Ya ambas bianuales, fueron compartidas entre 2006 y 2016, estando en funciones en el INM, Héctor L. Goyena[1].

Sin duda, esta Primera Conferencia requirió la ayuda de otras instituciones. Felizmente, la Dirección General del Centro de Divulgación Musical, dependiente de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires estaba a cargo del maestro Ariel Ramírez, quien conocía la trayectoria del INM y la nuestra, por lo que solicitamos su apoyo. Especialmente, permitió que pudiéramos dedicar nuestros esfuerzos a los aspectos académicos de la Conferencia Anual, sin tener que penar tras la búsqueda de aportes financieros, siempre difíciles de obtener. Asimismo, obtuvimos una invalorable colaboración por parte del Director General de Enseñanza Artística y Especial de la MCBA, Roque de Pedro, quien puso a nuestra disposición la sala Juan B. Alberdi del 6º piso, debiendo para ello modificar el cronograma ya trazado. También fue generosa con la AAM Carmen García Muñoz, Directora del Instituto de Investigaciones Musicológicas de la UCA, donde se efectuaron las inscripciones y la recepción de los trabajos.

Por cierto, he debido refrescar la memoria para este escrito, pero lo hizo fácil la existencia de un órgano de la AAM, gracias al cual se puede acceder a la casi totalidad de las actividades desarrolladas por la Asociación desde su inicio. Me refiero al Boletín, que llegó al Nº 72 en 2016, manteniendo la periodicidad cuatrimestral hasta el Nº 47 de junio de 2001, pasando a ser semestral en el siguiente, de diciembre de 2001. En el editorial del primer número (mayo de 1986), de la CD, escribimos: “El Boletín […], no asume hoy un molde definitivo, ya que el mismo irá cambiando de acuerdo a las secciones que pueda llegar a incluir, aunque seguramente conservará su precariedad material inicial.” Precariedad que fue disminuyendo lentamente hasta que los avances tecnológicos hicieron el resto. Pero lo interesante es que, a sabiendas de que habría que esperar varios años para lograr editar una Revista, el Boletín fue adicionando secciones, y hasta incluyó reseñas bibliográficas, increíblemente ausentes en el área musicológica en ese entonces, pues la crítica era mal vista, signo de la levedad académica de la especialidad. De allí el énfasis en darle continuidad a los eventos científicos y a los debates en ellos. Y ya en el Boletín Nº 6, de diciembre de 1987, se publicaron sendas reseñas sobre la Primera Conferencia Anual, encargadas a dos socias de la AAM, a las que se puede acceder desde la página web, como así también a los detalles de las colaboraciones antes mencionadas, que se hallan en los Boletines 5 y 6. En 2016, también se cumplieron treinta años del Boletín, cuya aparición no fue detenida ni aun durante las cíclicas crisis económicas que azotaron el país, como tampoco se detuvieron las Conferencias.

Recuerdo vívidamente cuando, en esas situaciones críticas, los asistentes a las Conferencias Anuales —varios de ellos procedentes de diversas provincias—manifestaban su asombro de que no se suspendieran, aunque hubo programas de mano que, en lugar de enviarlos a imprenta, eran reproducidos en forma precaria por diversos medios. Por ello, otorgo alta estima al trabajo de digitalización de los Boletines que se ha venido haciendo pacientemente, ya que constituyen una parte importante de la documentación que da cuenta de la labor realizada por las sucesivas Comisiones Directivas que con esfuerzo y generosidad han llevado adelante esta institución.

Una nota aparte, mucho mayor y con otros fines, requiere la Revista Argentina de Musicología, cuyos diecisiete números editados entre 1996 y 2016 dan cuenta de otra digna tarea cumplida por la AAM, pero que no cabe aquí comentar.

Cierro aquí esta exhumación, disculpándome por haberme extendido en temas aparentemente ajenos a lo que enuncia el título, pero quise dejar sentado que la Primera Conferencia Anual de la AAM no ha sido un hecho aislado, sino un acontecimiento dentro de la historia de esta asociación, desconocida para muchos, de la que es imposible desgajarla sin alterar su razón de ser.

 

Fotos:

De izquierda a derecha: Irma Ruiz (vicepresidente), Gerardo Huseby (presidente), Ricardo Saltón (tesorero), Pablo Kohan (secretario), Omar García Brunelli (vocal), Ana María Mondolo (vocal estudiantil).

 

[1] Como se puede apreciar, las fluctuaciones en la Dirección del INM fueron clave para las relaciones con la AAM y se agravaron cuando llegó desde España el ofrecimiento a la AAM de asumir la Coordinación —luego convertida en Dirección—, de la parte del Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana correspondiente a Argentina, que consta de 1670 entradas léxicas elaboradas por 63 autores.

 

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